- 2025
Cómo ayudar a tu perro a adaptarse a la vuelta a la rutina tras el verano
El verano ha sido un festival de mimos, tiempo libre, paseos largos y convivencia intensa con tu peludo. Quizás os habéis ido de vacaciones juntos o habéis pasado más tiempo en casa, sin horarios, sin prisas. Pero septiembre llega puntual, y con él, la rutina. Lo que para ti puede significar orden y productividad, para tu compañero puede ser un pequeño terremoto emocional.
Los cambios de hábitos después del verano pueden generar en tu perro ansiedad por separación, frustración o incluso problemas de comportamiento. Por eso, prepararlo para esta transición es clave para su bienestar. Sigue leyendo para aprender a ayudarle en esta transición de forma práctica, respetuosa y eficaz,os ayudará a vivir la vuelta a la rutina con calma y conexión.
1. Entiende los cambios desde su punto de vista
Probablemente tu peludo y tú hayáis compartido más durante el verano: más juegos, más paseos, más compañía. Cuando de un día para otro vuelve a quedarse solo en casa varias horas, su mundo cambia drásticamente. Puede sentirse confundido, aburrido o incluso estresado. La ansiedad por separación es muy común en estas situaciones, y se manifiesta en forma de lloros, destrozos o incluso escapes.
Si te enfrentas a estas consecuencias, recuerda que para tu perro no es solo una cuestión de "portarse bien": es su forma de expresar un malestar real. Verlo desde esta perspectiva te ayudará a acompañarlo desde la empatía y no desde el castigo.
2. Anticípate antes de que lleguen los cambios
No esperes al primer día de trabajo para dejar a tu perro solo en casa. Unas dos semanas antes del cambio de rutina, comienza a practicar salidas progresivas. Déjalo solo unos minutos, luego media hora, una hora... y ve aumentando el tiempo poco a poco. Refuerza su tranquilidad con premios o juguetes que solo use cuando está solo, y le ayudarás a entender el cambio con normalidad.
Procura también adaptar los horarios gradualmente. Si en verano salías con él a pasear a las 10:00 y en septiembre volverás a hacerlo a las 7:30, empieza a ajustar el horario en bloques de 15-30 minutos cada día. Así evitarás que el cambio le resulte brusco.
3. Crea un entorno predecible y seguro
Los perros encuentran calma en la previsibilidad, igual que nosotros. Y como ellos no hacen los planes por sí mismos, una rutina bien estructurada les ayuda a anticipar lo que viene y reduce sus niveles de estrés. Establece horarios fijos para paseos, comida, descanso y juegos. Tanto si trabajas fuera de casa como si estarás en ella, intenta que su día a día tenga una estructura clara y constante.
Asegúrate también de que su entorno sea enriquecedor cuando tú no puedas atenderle: deja juguetes interactivos, música suave o incluso ropa con tu olor para que se sienta acompañado. Si tienes posibilidad, contrata a alguien para que lo saque a pasear al mediodía o valora la posibilidad de llevarlo a una guardería canina de confianza.
4. Refuerza el vínculo sin sobreproteger
Al volver a casa, es fácil caer en el impulso de compensar a tu perro con atención excesiva. Pero más que intensidad, tu perro necesita calidad: paseos tranquilos donde pueda olfatear, juegos compartidos, caricias conscientes… Evita las despedidas dramáticas o los saludos eufóricos, porque pueden reforzar su ansiedad, ¡y tú buscas hacer justo lo contrario! En vez de eso, despídete y salúdalo con normalidad, como si no pasara nada. Esa actitud neutra, repetida día tras día, reforzará su estabilidad emocional.
5. Consulta con profesionales si notas señales de alarma
Si a pesar de tus esfuerzos, tu perro sigue presentando signos de ansiedad aguda (por ejemplo ladridos continuos, conductas destructivas, apatía o falta de apetito) la mejor opción siempre es acudir a un profesional. Un educador canino o etólogo puede ayudarte a entender lo que está ocurriendo y a poner en marcha estrategias personalizadas.
Recuerda que no se trata de exigirle que se adapte sin más, sino de acompañarlo en el proceso, ofreciéndole herramientas para que lo haga con confianza.